Tuesday, September 8, 2009

Eva Evo*

Eva Evo*

... sentía una soledad pálida, fría, triste, una soledad perdida en el ruido de la tarde, esa soledad en que se piensa en todo, el pasado, el futuro, el presente, aunque todo se vive en el presente; esa soledad en que se habla de nada. Era una soledad sin estar sola, un momento en que mi vientre que había ido creciendo poco a poco se convertía en un vientre protuberante que se estiraba, estrechaba, estrechaba queriendo resolverse, queriendo culminarse; un vientre que se estremecía, latía, palpitaba, dolía, palpitaba, dolía. Había llegado el momento. Era ese momento. La había cargado tanto tiempo, todo había sido pensado, planificado, pensado, pensado más aún, pero el dolor estaba ahí, lo había esperado, ahora estaba ahí, era más de lo imaginado, sentía que todo en mi se desgarraba, se rompía. Hacia frío, palidez, temor, ruido, confusión, ruido; había llegado, llegaba y no la quería dejar. Había querido estar en contacto con la vida, había llegado el momento de vivir lo predicado, pero todo era distinto, distinto, distinto, dudaba... Luchaba conmigo, quería que las fuerzas no me dejaran, que la naturaleza siguiera su curso; pero qué curso iba a seguir, qué curso sería ese. Había estado sola, sola, ahora tenía dudas, creía necesitar a alguien, alguien que estuviera conmigo, que llenara, ese alguien que nunca pudo estar.
Había pasado varios años soñando, estudiando, planificando, este momento, primero aquel largo proceso en que me envolví. Quien soy, quien quiero ser, quién seré? Fue difícil, muy difícil, todo había comenzado cuando tenía once años, una tarde fresca, soleada, clara, alegre, una tarde preciosa. Nunca había tenido dudas de mí misma, nunca me había molestado ser quien era, ahora de momento no podía estar segura, no estaba segura, necesitaba estarlo. Siempre recordaré aquella tarde en que estando todas juntas luego del partido de baseball tuvimos que bañarnos en duchas individuales pero en un baño abierto. Sin saber cómo ni por qué, me pensé distinta, me creí distinta, me sentí distinta, me noté distinta, no quería ser mirada, vista, ni mirar, sin saber por qué sentí algo raro al mirar a mis compañera; sólo eso me sentí fría, nerviosa, distinta, me sentí distinta. Todo a mi alrededor gris, un silencio que señalaba, que traicionaba, no era bañarme con ellas, era distinto, distinto, gris, todo gris; lo había estado haciendo junto a ellas por bastante tiempo, pero de momento un no se qué me invadía, me llenaba de distinta; me bañé rápido, salí, me sentí asustada, estaba asustada, no sabía por qué, estaba asustada, asustadísima. De aquel momento y de los próximos días sólo recuerdo que durante el partido siguiente insistí que me sacaran antes de terminar, pretendí que me dolía un tobillo, me enfermé, era verdad estaba enferma. El dirigente habló conmigo, me permitió salir, tan pronto pude aproveché la ocasión y me fui a duchar, sola, me cambié de ropas lo más rápido que pude, todo estaba gris, turbio, opaco. No esperé, no me sentía cómoda bañándome con ellas, no eran mis compañeras, no podían serlo. Ese año el equipo llegó a finales, perdimos, nos eliminaron, todas lloraban, se abrazaban, lloraban, yo no, sin saber por qué, sentía vergüenza que me vieran llorar, sin saber por qué no sentía igual, no estaba segura de lo que pasaba, me di cuenta que siendo igual, no lo era, era, seria distinta a las demás.
A pesar de lo mucho que me gustaban los deportes poco a poco los fui dejando, alejándome, dejé de participar, no me sentía bien con las compañeras. No volví. Ahora iba sola a la biblioteca, al cine, a la casa. Las notas mejoraron la familia todos estaban contentos. Sola, seria, gris, nublada, estudiando, todos estaban contentos, no había olvidado, era, no era, dedicaba tiempo a estudiar, vivía encerrada dentro de mí. Al terminar la escuela superior pude ir a una de las mejores universidades lejos de la casa, lejos del estado, lejos y cerca de todo, lejos, lejos. Iba una o dos veces al año a visitar la familia, siempre sola, gris, sola, gris, sola.
Los años universitarios me sirvieron de experiencia, madurez, de ayuda para poder enfrentarme a la vida, su vida, mi vida. Ya no había aquel temor a estar con las compañeras, compañeros. Participé nuevamente en deportes, ahora sabía como vivir, distribuir mi tiempo, que hacer cuando no me sentía bien con unas u otros, había encontrado gran parte de mi. Aún gris. Salía con amigos, amigas pero ninguno realmente llenaba aquel vacío, había madurado, quería vivir a plenitud la vida, aquella vida que de algún modo tenía que vivir a plenitud. Traté muchas veces de mantener alguna relación sentimental, íntima con amigos, amigas, pero como siempre era poca satisfacción que recibía de las mismas. Gris, siempre gris. Creyendo conocerme establecí una relación con una compañeras, fue pobre, terrible, una mísera experiencia, gris, no había satisfacción, solo me encontraba plena, azul, brillante, siendo libre, independiente, sola con y entre todos y nadie. Vivía feliz, pensaba que estaba culminada, no necesitaba compañero, compañera, solo me conocía a mí misma, muchas veces gris, blanco, azul.
El tiempo seguía ese curso monótono, interminable que tiene el tiempo, a veces ese curso fugaz. Al cumplir 27 años algo nuevo surgió dentro de mí, nuevas inquietudes, nuevo reto, quería una nueva vida, me daba cuenta que no, no estaba culminada, era solo una sombra con un breve pasado, pero sin cumplir ninguna actividad vital, ni siquiera aquella función de todo ser, procrear, esa función verdadera en la vida. Todo se tornaba gris en los días claros, de sol, pero cómo lograrlo. Luego de muchas tardes de desvelo, de pensar y pensar me di cuenta, encontré que aquel vacío eterno no era otra cosa que la ansiedad de ser y seguir siendo, deseo, quería ser, procrear. Yo que nunca había tenido la necesidad íntima de compañero o compañera, yo que conservaba la virginidad física y emocional no era sino un hueco, un vacío en el tiempo, en el espacio, fugaz, sin certidumbre ni mañana, gris. No, no podía entregarme a la vulgar relación sexual solo, por ella, a una relación sin sentimiento, cómo culminar mis aspiraciones de ma-pa-dre, de llegar a ser, a plenitud... Luego de mucho pensarlo, analizarlo concluí que quería un hijo. Pero como sin violar los más elementales valores, mis fundamentos básicos... cómo, cuando, con quién; no quería una relación vulgar, gris, vacía, sino especial para cumplir mis mentas.
Sopesé sobriamente los deseos de culminación ante mi posición moral, sin una respuesta inmediata decidí dedicar tiempo y esfuerzo a buscar, a encontrar aquella manera que mejor pudiera satisfacer mis deseos, mis necesidades sin violar mis valores... Estudié las diversas opciones, luego de varios meses llegué a la conclusión que la mejor forma sería por inseminación biotécnica en probeta para luego de depositar la semilla/célula germinada en su ambiente maternal / paternal. Nuevamente surgieron múltiples preguntas, dudas, desconcierto, cómo, cuándo, dónde, quién lo llevará a cabo, tendría que determinarlo. Gris otra vez. Busqué sin saber, decidí que mejor sería buscar ayuda profesional para saber quién podría ofrecer y llevar a cabo mejor tales servicios. No tenía dudas que tendría que verificar sus calificaciones. Al estudiar más y más pudo reducir el número de las instituciones que consideraba mas aptas para ofrecer tales servicios. Luego de múltiples explicaciones encontré nuevos problemas, situaciones, opciones que no había tomado en consideración. Acudiría a un banco general, un banco en particular o tendría libre selección del espécimen que ofrecería la célula germinadora?
Fue en ese momento cuando surgieron el mayor número de dudas, cuando perdí mi acostumbrada calma, cuando me sentí perdida, me sentí mas que perdida, cuando sentí que no tenía control; el gris creció; yo tan organizada no había tomado en consideración quien sería la persona que participaría en la creación, procreación, el donante; deberes y derechos, derechos y deberes por todas partes.
Volví a mi acostumbrado estado de ánimo, me dedique a la investigación, a la búsqueda de células, a cómo determinar, cómo estar segura quién sería la persona que ofrecería esa célula deseada, que estuviera de acuerdo en ofrecerla de aquel modo especial que yo quería. Me dediqué a visitar universidades, escuelas, oficinas de empresas exitosas, lugares en general donde pudiera encontrar con mayor facilidad personas que tuvieran las cualidades que quería para mi hija(o). Conscientemente descarté las oficinas de gobierno era obvio, sin dudas imposible encontrar una persona que tuviera tales requisitos. Visité seminarios, artistas, centros múltiples, fui por todas partes sin encontrar la persona que concebía como donante perfecto. No, no la encontré. Creí tener que abandonar la búsqueda o reducir los requisitos deseados, que tendría que conformarme con eso, un donante. Pero no, no estaba dispuesta a hacerlo. Había cumplido veintinueve años y aun no había podido consumar mi sueño, mi objetivo, todo seguía gris. Luego de mucho buscar decidí encargar una agencia especializada y de gran reputación para que buscara, encontrara, y sometiera múltiples candidatos que respondiera a mis requerimientos.
Hice un análisis exhaustivo de los mismos y pude reducir la lista a un mínimo de candidatos. De manera indirecta, sin vernos me reuní con el primero; luego de una larga conversación no tuve la menor duda de que éste no era, no podía ser el candidato, aunque ofreció sus servicios por un precio razonable bajo la condiciones de tener derecho a ver el producto final. La reunión con otros candidatos no fue más exitosa, unos ofrecían servicio directo, otro no satisfacían en nada sus requisitos, un último candidato entrevistado era quien mejor parecía en papeles pero al escucharlo sin que él supiera que estaba siendo entrevistado como posible donante resultó ser algo menos que el zafacón de la escoria universal, provocaba nauseas al espíritu. No pude llegar a un acuerdo con dicha compañía ni con otras muchas por la pobre calidad de los candidatos sometidos.
Varias entidades médico-profesional se comunicaron entre sí tratando ver si podían satisfacer la petición, hubo múltiples ofertas, pero en todo momento de una u otra manera dichos candidatos no satisfacían ni los más mínimos requisitos. Inclusive hubo ofertas experimentales de científicos de Alemania, Rusia, China, Holanda, y muchos otros países con grandes adelantos en dicho campo, pero aun así no estuve satisfecha y nada se hizo.
Pasaron algunos años, yo no desistía de la idea de procrear como culminación a mi existencia, como manifestación de una personalidad en la que la necesidad sexual no dirigía la vida, solo un deseo de culminación a través de la procreación...
Caminaba distraídamente por un barrio en Nueva York cuando vi. un hombre joven, de aproximadamente treinta a treinta y cinco años, este se entretenía escribiendo versos, aún cuando su mayor interés era expresar en unos trazos al carbón lo que veía a su alrededor, sus versos realmente eran difíciles de entender, no tenían ese sentido lógico de lo que se quiere decir, su pintura no pasaba de ser unos trazos de niño inmaduro, aun así se notaba tranquilo, feliz, no estaba gris sino azul. El día tomaba un tono claro, alegre, apacible. Seguí mi camino pero el recuerdo de aquella persona estaba grabado en mi, no podía olvidarlo, lucia frágil, no había esos trazos de amargura que la vida deja, da; era juvenil, inmaduro tal vez y sin dudas femenino. Traté por algún tiempo de borrar su imagen de mi mente, la impresión que había dejado en mí, pero no pude. Llegué a soñar con él, que me ofrecía su semilla, se convirtió en mi compañero y compañera día y noche. No lo volví a ver por algún tiempo, lo busqué, no quería hablarle ni conocerlo personalmente, solo verlo otra vez. Unos meses después sorpresivamente volví a verlo, sin pensarlo me comuniqué con mi médico, llena de júbilo le informé que al fin había encontrado la persona ideal para ofrecer las células engendradora, le pedí que hicieran los arreglos pertinentes...
Su grupo profesional buscó alguna información respecto al posible donante y quedaron totalmente sorprendidos ante mi selección. Trataron de disuadirme pero insistimos, nos resistimos. Ante la absoluta negativa optaron por buscar y entrevistar tan sorprendente ente. Luego de una larga conversación le explicaron la razón de la entrevista, éste sorprendido rehusó, se sintió ofendido, al ofrecerle una cuantiosa suma de dinero por sus servicios sin mayores comentarios abandonó la sala.
Desesperados en nuestro deseo decidimos enviarle una breve nota explicando las verdaderas razones, nadie, solo él supo lo que aquella nota decía. Varios días después él se presentó a la oficina de servicios de engendro indirecto y de probeta. Estableció que sus servicios serían específicos para Eva Evo, que ellos sabrían a quien se refería, no quería ser ofendido por ofertas de dinero. Los arreglos fueron hechos y el proceso se llevó a cabo sin ningún otro contratiempo. Una nota casual llego con el espécimen "Donante muere...
Eva Evo continuaba con aquel dolor, aquellas palpitaciones que nunca antes había sentido, el cielo era de un azul claro, una brisa suave entraba por el ventanal abierto, hasta ellos llegaban las notas suaves, melodiosas del trinar de pájaros. Un ay se escapó de sus labios, estaban sola, por primera vez necesitaba de alguien, estaban solo ante la culminación que daba sentido a su vida, ahora entendía la vida de alguien que ya no conocía, que no sabia donde estaría, que nunca sabría si de su yo había brotado semilla, semillas como ellos, ellas…
Eva murió en el parto, Evo crió la criaría...

Luar Yo
· basado en una historia real pero modificado para un cuento

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