Tuesday, September 8, 2009

El Sueño

El Sueño
Era un árbol frondoso, bonito, lleno de flores que llegaban al cielo por su aroma. Era un árbol de chinas. Bajo su sombra él se sentaba a meditar, a soñar, a soñar… Disfrutaba del suave paisaje que se sentía mas hermoso con el dulce canto de las aves del área. Él se deleitaba escuchándolas. Escuchaba el rico canto de los ruiseñores, el cantar de las palomas, el triste llanto de algunas tórtolas. Muchas otras aves cantaban pero ninguna le gustaba tanto como el canto melodioso de las palomas torcaces.
Mirando el cielo noto que en las nubes se reflejaban los más diversos recuerdos de su vida. En su cielo siempre se veía y escuchaba un carrusel de música dulce y de movimientos suaves. En el se presentaban varios corceles. Entre ellos estaba Pegaso, el caballo alado, Kantaka: el caballo de Sidharta Gautama, Buda; Lazlos: el primer caballo de Mahoma También estaba el Unicornio quien tenía un cuerno en medio de la frente; Janto y Balio los dos caballos inmortales, que pertenecieron al héroe ateniense Aquiles. Babieca, caballo que montaba Rodrigo Díaz de Vivar, el Mio Cid Allí inesperadamente apareció su jaca, con una figura esbelta de caminar cadencioso y de pisada firme que marcaba el tiempo al danzar… Mantenía erguida su cabeza mientas danzaba… Su jaca salto y danzo alrededor orgullosa de ser su jaca… Ellos eran felices al estar junto Eran tiempos idos en su vida…
Poco a poco todo se fue desvaneciendo. El aroma de las flores del árbol de chinas se sentía, llegaba a él suave y sutil. Se distrajo un momento al escuchar nuevamente aquella música. Si, a lo lejos, pero sin saber de dónde, se escuchaban sonido de cuerdas... Lo único que él sabia era que estaba bajo un naranjo en flor y que su aroma le recordaban tiempos de su niñez. Se escuchaba el canto de las aves del naranjal, pero seguía escuchando aquel sonido triste, sonido de una guitarra en pena o el de un cuatro puertorriqueño.
A pesar de ser un sonido melancólico a él lo hacia sentirse feliz. Se quedo medio dormido por algún tiempo y al abrir los ojos volvió a ver el enorme carrusel en el cielo. El carrusel giraba sin prisa, todo iba cambiando, el no entendía que estaba pasando. Era un despliegue de arte. Observaba callado, cabizbajo, inmóvil, tembloroso sin saber que hacer con tanta belleza. Vio pasar pinturas, esculturas, libros, música, sus creadores… Pero el no sabía qué hacer. En una de las vueltas del carrusel notó como todo iba cambiando lentamente. Pentagramas llenos de notas musicales; de ellos salían melodías interminable…
Un pintor y un escultor giraban con el carrusel observando sus modelos tratando de entender no solo lo que veían si no lo que significaba… creación, creación, creaban, creaban… El tiempo parecía no pasar…
Sin saber como se sintió solo. Solo? No… El sabia que no…
A pesar de tanta belleza y tanta emoción el poeta aun no había podido escribir ni un verso. Solo podía observar a los demás artistas trabajar. Todos terminaban su obra, pero él no podía crear nada, nada… El pintor tomo sus lienzos y sus paletas y camino lentamente hasta perderse en las nubes… El escultor observaba su obra y quería darle unos toque finales pero no podía… caminó lentamente y abandonó el lugar perdiéndose frente al reflejo del sol.
De momento todo parecía estático… se recostó del tronco del naranjo y algunas flores cayeron sobre su cuerpo. Se deleito en ellas… volvió a quedar casi dormido y el canto triste de una paloma turca lo despertó. Volvió a mirar la escultura que se había quedado sola y se sintió atraído por ella. Se levanto lentamente, cauteloso camino con pasos cortos, lentos y silenciosos alrededor de la hermosa escultura. El ambiente se iba obscureciendo pero no totalmente, ya no podía distinguir todas las características de aquella bella figura. Volvió y se recostó del naranjo… no se podía dormir se sentía atraído por aquella figura que le era familiar y desconocida a la vez. Una luz inesperada lo cubrió poco a poco, era una luna hermosa…
No sabía aún de dónde venía aquella música, pero llegaba nuevamente a sus oídos, Era música del cielo tocada sólo por instrumentos de cuerdas, era muy suave y muy lejana. Estaba casi dormido cuando sintió el impulse de acercase a la escultura. Lentamente, paso a paso llegó a ella y cuál fue su sorpresa… no era un objeto frío. Sin saber de dónde llego, una voz que lo invitó a que se acercase más. Despacio, con un poco de temor puso sus manos en los hombros de aquella bella escultura, pero no estaban fríos… suavemente movió ambas manos hasta el esbelto cuello y lo acaricio con ternura y le pareció sentir un tenue temblor de aquella figura. Sonrió pensando que eso era imposible, serian sus manos… Acarició aquel cuerpo y tuvo la sensación de que estaba tibio… y volvió a sonreír preguntándose, será posible…
No pudo resistir la tentación y brevemente acaricio aquella figura con ternura y amor. Volvió a sonreír… En silencio bajo sus manos hasta la cintura y volvió a tener la sensación de un leve temblor en la piel; el sabia que era imposible, pero sintió una piel tibia y suave… no puede ser pensó. Cruzo sus brazos hasta su vientre y nuevamente sintió el calor y el temblor de aquella piel… No, no puede ser, mi mente me traiciona.
Muy lentamente sus brazo con suave acariciar subieron hasta llegar a la base de los seno y oyó un suspiro y noto el sudor tibio de aquel cuerpo. La luna se había ocultado tras una nube y todo era confuso. Sin saber de dónde sintió un chasquido en su rostro y la escultura se acurruco en sus brazos. Sintió el aroma de azahar, sus labios húmedos de aquel chasquido y su mente se lleno de amor, de versos…

El canto de las palomas lo despertó, y se dio cuenta que los sueños, sueños son… Recordó unos versos de cuando preadolescente que decían:
A ti siempre te comparo
Con esculturas de Fidias
Que al mirar tanta belleza
Nadie puede resistirla
Pero al mirar fijamente
Cuenta uno se a de dar
Que son piedra solo piedra
Que jamás podrán amar…

Lu Yo
9/2009

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